Buenas tardes, amados hermanos. Espero que se encuentren bien de salud. Hoy me toca compartir una reflexión para bendecirnos a través de la palabra de Dios. Como es costumbre, comencemos con una oración a nuestro Padre Celestial. Reflexión de hoy: Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Oh Padre Santo, que reinas en los cielos, te pedimos hoy que nos cuides, nos protejas y nos perdones por nuestras acciones que pueden no estar en línea con tu voluntad. Señor Jesús, guíanos en nuestro camino por esta tierra, protege a nuestra familia de toda adversidad y protégenos de los pensamientos malignos. Concédenos salud para seguir adelante y bendícenos para poder bendecir a otros. Te lo pedimos en el nombre de Jesús, Amén.
Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
En la tarde de hoy, quiero compartir una cita muy importante del libro de Lucas 22:42, que nos ofrece una reflexión profunda. La cita dice así: «Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya».
Esta cita nos lleva a reflexionar sobre nuestra incapacidad para entender completamente la Palabra de Dios. A menudo, nos encontramos con aparentes contradicciones en la Biblia, pero en realidad, nuestra falta de humildad nos impide comprender plenamente su mensaje.
Cuando nos acercamos a la Santa Escritura, es crucial pedir discernimiento y sabiduría al Padre para entender su palabra. En este pasaje, vemos a Jesús pidiendo al Padre que cambie el futuro, aunque Él sabe lo que está por venir. Esto nos muestra la confianza absoluta de Jesús en el poder del Padre para cambiar las circunstancias.
Jesús nos enseña a buscar la voluntad del Padre sobre la nuestra, porque Él sabe que la voluntad de Dios es perfecta y agradable. Aunque a veces no entendamos por qué suceden ciertas cosas, debemos confiar en que la voluntad de Dios es siempre para nuestro bien.
Por lo tanto, cuando oramos, debemos pedir lo que deseamos, pero siempre sometiéndonos a la voluntad del Padre. Nuestra vida y la de nuestros seres queridos deben estar encomendadas a Dios en todo momento.
En el nombre de Jesús, oro para que esta reflexión sea de bendición para cada uno de ustedes. Amén y Amén. Que así sea.
Fuente: Cumplidores de promesas